Dentro de unos meses se cumplirá el primer aniversario de la fatídica fecha del 21 de diciembre de 2012, en la que el antiguo calendario Maya parecía asignar el fin de los tiempos. Pero llegó la esperada fecha y el juicio final no ocurrió, celebrado por toda la humanidad y olvidando así la terrible profecía como si se hubiera tratado de una pesadilla. Pero muchos expertos alertaron que esa fecha simplemente marcaba un comienzo, el principio del fin de los tiempos.
Esto fue debido a una mala traducción del antiguo calendario que dio lugar a errores importantes. Pero muy a lo contrario de lo que la gente creía, el 21 de diciembre de 2012 dio paso a increíbles desastres naturales nunca registrados en toda la historia de la humanidad, siendo estos motivos de alarma para muchos. Este hecho parece estar reafirmado por unos documentos de los primeros años del poder soviético, más concretamente por la OGPU (la policía secreta de la RSFSR y de la URSS hasta 1934, comúnmente conocido como “Directorio Político Unificado del Estado”). Aunque con el paso del tiempo estos documentos se fueron deteriorando, aún se puede apreciar los escritos que parecen mostrar que expertos soviéticos documentaron que los monjes tibetanos dijeron a una expedición, compuesta principalmente por empleados de la OGPU, que el fin de los tempos tal como los conocemos tendría lugar en el año 2014.
El secreto de los monjes tibetanos
El memorándum resume una expedición al Tíbet; diez personas bajo la dirección de Yakov Blumkin fue enviada en 1925 al Tíbet en busca de artefactos de civilizaciones anteriores a la nuestra y la búsqueda de la Ciudad de los Dioses. En la actualidad, se ha escrito mucho sobre esta enigmática expedición, y ya no es un secreto que la expedición fue organizada por Félix Dzerzhinski (jefe del GPU) y dirigida por Boki Gleb, comunista encargado de investigar fenómenos paranormales. Según el documento, el principal objetivo de la expedición era demostrar la existencia de la Ciudad de los Dioses y conseguir las coordenadas geográficas de su ubicación, además de obtener la tecnología existente conocida por el tremendo poder destructivo. Como dato curioso, Hitler también envió expediciones secretas con el mismo objetivo que el Imperio Ruso.
El documento señala una orden de detención contra Thupten Gyatso (Dalai Lama XIII) firmada por Dzerzhinsky. Pero sorprendentemente, el líder espiritual budista aceptó como invitado a Bliumkin, sin embargo, el jefe de seguridad no olvidó ni por un momento su peculiar misión. Bliumkin negoció con el Dalai Lama el poder acceder a las estructuras subterráneas bajo el Palacio de Potala, que según los monjes, la Ciudad de los Dioses contenía un mecanismo maravilloso. Blyumkin fue acompañado por trece monjes en enero 1926, donde finalmente llegó a una cueva misteriosa. El documento describe con gran detalle como accedieron a una cadena de laberintos subterráneos por un complejo sistema de esclusas. De las salas secretas, los monjes tibetanos solo les mostraron dos. Una de ellas contenía una especie de máquina que los monjes la llamaban “Vajra”. Era una enorme pinza, que según los monjes, apareció en los túneles subterráneos hacia 8 o 10 mil años antes de Cristo. La misteriosa máquina evaporaba el oro a una temperatura cerca de los 7000 grados. Visualmente, según los monjes, el proceso era el siguiente: el oro se convertía en un polvo. Este polvo era añadido a la comida y la bebida de las antiguas civilizaciones, extendiendo así su vida por cientos de años. Este mismo polvo los antiguos habitantes lo utilizaban también en los enormes bloques de piedra, sin embargo, la civilización no sobrevivió. Según Bliumkin, los monjes le dijeron que los pasillos subterráneos ocultaban artefactos de todas las civilizaciones anteriores de la Tierra. Cada civilización moría como consecuencia de una catástrofe natural global, causado por el paso de algunos de los planetas alrededor del Sol, tan grandes como tres veces el tamaño de la Tierra y, en consecuencia, atrayendo una gran cantidad de calor y agua en su superficie. La frecuencia de paso del planeta a través del sistema solar era, en palabras de los monjes, cada 3600 años. Cualquier persona que esté un poco interesado en la historia alternativa de la Tierra, le queda claro que los monjes estaban hablando del planeta conocido como Nibiru.
Los monjes tibetanos y el fin de los días
Este planeta, según lo explicado por Blumkin, rota a diferencia de la Tierra hacia la derecha, por lo que el enfoque de estos dos cuerpos celestes crea un poderoso flujo electromagnético en el planeta causando graves catástrofes naturales. Los monjes explicaron que uno de los cuatro acercamientos con el planeta Tierra acabó con el diluvio, y la destrucción de todos los seres vivos incluyendo la otra civilización humana. En el último caso, la onda se elevó a siete metros, y su velocidad fue de 1OOO km/h. Este tercer ciclo tuvo lugar en el año 1586 antes de Cristo, y el cuarto y último ciclo, destruirá nuestra civilización con una nueva inundación que tendrá lugar en 2014. Por otra parte, los monjes argumentaron que en el año 2009, el planeta siniestro volvería a aparecer en la periferia del sistema solar, y en 2014 se encontraría a una distancia crítica de la Tierra.
El documento además dice que los monjes tibetanos tenían altos conocimientos del calendario profético de los babilonios, los mayas y los aztecas. La diferencia en la fecha de la llegada del planeta ha podido ser originado a causa de las muchas traducciones de los calendarios antiguos con el paso del tiempo. El patrimonio genético de la humanidad, así como su tecnología, una vez más, será salvado por los monjes en una ciudad subterránea en la Antártida y el Tíbet, que están conectados por pasajes subterráneos, tal como se indica en un pasaje del documento. Curiosamente, los monjes hablaban del cambio de los polos durante la inundación. Entonces, según las palabras de los monjes, el nuevo Polo Norte después del“apocalipsis” en 2014 se convertirá en Norteamérica.
Bliumkin dijo a sus superiores que el servicio de inteligencia japonés y el alemán también disponían de toda esta información, también transmitida por los monjes. Por lo tanto, había una necesidad urgente de organizar una nueva expedición al Tíbet, centrándose en la necesidad de hacerse con los artefactos y el oro. Según algunos expertos, los nazis construyeron en la Antártida la mítica Nueva Berlín al final de la guerra. Esto dio paso a rumores sobre que los nazis lograron obtener la misma información que Blumkin. Sin embargo, no se conoce con fiabilidad nada al respecto de este tema.
La llegada de Nibiru
Desafortunadamente, los monjes tibetanos no estaban lejos de la verdad. Desde 1982, numerosas publicaciones científicas reconocieron la existencia de otro planeta en nuestro sistema solar. Un año más tarde, satélites espaciales de la NASA descubrieron un enorme objeto cerca del sistema solar. El objeto era tan grande que superaba en tamaño incluso a Júpiter. El cuerpo cósmico parecía moverse hacia la constelación de Orión, que es conocido por aparecer en la mitología de muchas civilizaciones antiguas de la Tierra como el hogar de los dioses. Desde entonces, algunos funcionarios de la NASA se atrevían a hacer público que los gobiernos de las grandes potencias mundiales tenían conocimiento de Nibiru, incluso se estaban preparando para la evacuación en refugios subterráneos. Sin embargo, hay que decir que estos hechos nunca se han confirmado, pero tampoco se han negado oficialmente.
Se supone que Nibiru es un planeta errante que gira en torno a la denominada estrella oscura o enana marrón. Periódicamente, este planeta, como lo demuestran los textos mitológicos de las antiguas civilizaciones y los astrónomos modernos, pasa a través del sistema solar en el área de Júpiter. Las investigaciones actuales confirman que Nibiru tiene una rotación en dirección opuesta, en contraste con la mayor parte de los planetas del sistema solar, que cambia periódicamente la trayectoria de Nibiru, y contribuye al mismo tiempo a la destrucción de nuestro sistema planetario. Y a esto le tenemos que sumar la gran cantidad de desastres naturales anómalos en la que se encuentra sucumbida la Tierra y parecen indicar la inminente llegada.
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