La felicidad es un estado de trascendencia, la felicidad es el disfrute de la belleza de la vida y de lo bello de vivir y no depende de factores externos. Las personas felices, como todos en el mundo, afrontan momentos de dolor, pero las personas felices siempre los afrontan con más claridad y sensatez pues entienden que la existencia es movimiento y cada movimiento tiene una razón de ser en el ciclo de la vida.
¿Conoces a algún niño que no sea feliz?
Todo niño nace feliz, todos nosotros fuimos felices en nuestra infancia. Quizá tuvimos algún enojo o frustración temporal, pero al cabo de un rato seguíamos sonriendo, jugando y EXPERIMENTANDO. La felicidad es algo natural, vinimos al mundo con ella, está en nuestro interior y es el núcleo mismo de la vida.
Desafortunadamente en la medida en que pasan los años la sociedad nos vuelve desdichados. Nos predisponen desde el colegio a una vida de competencia y durante nuestra "educación" de manera directa o implícita nos convierten en seres ambiciosos: Hazte rico, sé poderoso y te dicen que solo tendrás la posibilidad de ser feliz si cumples con ciertos parámetros socialmente establecidos y aceptados: acumula mucho dinero, ten una casa grande y un coche veloz, se poderoso y mejor que los demás.
La felicidad no tiene nada que ver con esas cosas, la felicidad no es algo que se consiga, la felicidad no se compra. La felicidad es gratis y está dentro de ti, pero pasamos tanto tiempo buscándola por fuera que tardamos años en encontrarla e incluso algunos nunca más la volvieron a disfrutar.
Ante la ausencia de la felicidad, el hombre se ha volcado a la búsqueda del placer. El placer es algo físico, depende de otros, es corporal y es temporal. Ir a un restaurante, a un concierto, ir de compras a tu tienda favorita, a cine o salir de viaje son experiencias placenteras por las cuales tienes que pagar y desafortunadamente la mayoría de las personas confunden placer con felicidad.
Hay muchas personas que ahorran durante meses para ir al concierto de su grupo de música favorito. Logran conseguir el dinero, compran el boleto de entrada y es posible que durante las 2 horas de concierto experimenten un tremendo estado de euforia y excitación, pero al finalizar el concierto regresarán al estado de inconformismo habitual típico de quien no ha decidido ser feliz. Una persona feliz también experimentaría euforia y excitación durante el concierto, pero al finalizar, saldría y seguiría en tranquilidad, esperanza y armonía con la vida, ahí radica la gran diferencia.
Horrible paradoja: el hombre es infeliz porque vive en medio de la ambición, procurando conseguir dinero para obtener placer. Cuanto más dinero tiene, más dinero quiere, y cuanto más tiene, más miedo tiene de perderlo, incrementando la infelicidad. Sin saber que la felicidad siempre estuvo dentro de nosotros, que ser felices es una decisión y que es gratis.
Nunca confundan placer con felicidad, experimenten el placer, pero nunca se conviertan en esclavos de él.
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